La tenia entre sus brazos, al fin, por fin… -mh- y en fin, ahora todo parecía tener sentido. Mas la lacónica y espeluznante luz del día comenzó a abarcarlo todo, a desvelar lo que acariciaban las dulces sombras… y en el rostro de ella, como en un grito de libertad, obtenida después de milenios de prisión, por fin libre… se logro mostrar aquello. Y el comenzó a verlo, percibirlo en las confecciones de su rostro, aquel rostro que parecía la puerta a la libertad del horror.
Y paulatinamente, la inmensa oscuridad de sus ojos, aquellos que el sentía que acababan en infinito, fue completamente tragada por el miedo… abrumado, el quería; intentaba gritar con todas su fuerzas, pero lo único que logro formar fue una mueca de horror mientras retrocedía, tambaleante, ante aquello… Hasta que ya solo pudo observar una lagrima que surcaba aquel rostro ahora tan extraño y tan miserablemente familiar a su ves, aquella lagrima era el único escape-pensó-. Que su alma había podido obtener secretamente, a expensas de la criatura, esta en su cuello le hipnotizaba y secretamente le susurraba a su homónimo -sálvame, ayúdame a escapar, quiero estar contigo-…
Acto II
Corrió ya casi ciego por la luz del alba, se escurría entre ¿Matorrales o callejuelas? Poca diferencia en aquel momento había, mientras existiese distancia entre el y el miedo, que le seguía ya pisándole los talones, quizás, -pensó- estaba divirtiéndose de su inútil intento de escapar, de forma inconsciente y en medio de la desesperación, intentaba nuevamente gritar, pero ya no tenia aliento y además, sabia que nadie lo ayudaría.
Por otra parte, sus ojos antes casi calcinados cada ves se adaptaban mas a la inquietante luz de la alborada, que le mostraba lo que el no deseaba ver, esa luz que no le permitía esconderse en ningún lugar bajo el manto de las sombras, como si lo persiguiese junto al miedo…
El camino se hacia interminable, pero el añoraba que no se encontrase con un fin, por que sabia perfectamente que también seria su fin. Sus rápidas pisadas perturbaban la molestosa calma del lugar y el aliento cálido del miedo llegaba ya asta sus oídos. Derrepente comenzó a sentir que algo cálido y acuoso, acariciaba a la vez que surcaba su piel, rápidamente bajo su mirada por un segundo y con un extraño alivio, percibió que era su sangre, la cual brotaba de las profundidades de su cuerpo, oscuridad que había sido descubierta por las protuberancias del camino seguido, las que terminaron por rasgar su manto de piel.
En esos momentos tubo un extraño reflejo del cual nunca terminaría de arrepentirse, termino por perseguir con la mirada el líquido burlesco de su existencia, que se escurría en el aire quedando ya atrás. Y entonces en medio de este perseguimiento, los vio… aquellos ojos hipnotizados del miedo, clavados en el desfile de su sangre, persiguiéndola, disfrutándola quizás, ¿Alegrándose del fruto logrado de su anhelo? El anhelo del miedo…, ojos que deseaban convertirse en realidad, que buscaban ser mas que un miedo… ser un fin…
Acto III
Ya no pudo soportar el seguir mirando aquellos ojos y se tambaleo, perdiendo el equilibrio, callo y por fin grito…, grito con todas sus energías, perdiendo su vida en ello, su grito era un quejido de dolor, pronunciando cada letra con desesperación… grito una y mil veces su nombre, su dulce nombre… pero nadie respondió… y vio, como esa pequeña lagrima, al final se desprendía del cuello del miedo, en su viaje a la dispersión, al frio suelo que con indiferencia y dureza le recibiría, sin que el tuviese el valor de coger aquella lagrima, aquella alma, en su viaje al olvido…